"Resulta difícil, sino imposible, encontrar un país que reniegue de su fiesta nacional. Tal es así que es descabellado imaginar a un norteamericano menospreciando el 4 de julio, o a un francés, la conmemoración de la toma de la Bastilla el 14 de ese mismo mes. Sin embargo, en la España del siglo XXI se fragua un conflicto interno que se ha acentuado estos últimos años, arrastrando consigo un pensamiento entero que desprecia esta celebración e injuria nuestra historia."