Menos normativa, más ciudadanía

Menos normativa, más ciudadanía

por Javier Martínez Rueda

Nadie ha hecho más Planes, ya sean orientadores, ordenadores, directores, etc., ni más Programas, ni tiene más Estrategias que la Junta de Andalucía para todos los ámbitos y sectores en toda la UE. Nadie. Y lo que debiera, a priori, ser una fortaleza, es una debilidad objetiva pudiéndose simplificar en que las diagnosis, ideas, líneas y propuestas extraídas de los mismos, en su inmensa mayoría, no se han traducido en acción o en impulso sino en más normativa y más burocracia, es decir en mayores restricciones, que vienen a sumar, en progresión geométrica, con las ya existentes, consecuencia del innecesario y gravoso Estado Autonómico y de nuestra pertenencia a la Unión Económica Europea., si bien esta última necesaria. Más control para que siga habiendo paz social, como si ésta fuera en sí misma un objetivo en lugar de un axioma. Y entrado en la espiral de la demencia normativa, no hay camino de regreso, porque se convierte en un ente autónomo de dimensiones monstruosas que se retroalimenta. La Constitución y la Carta de Derechos de los Estados Unidos, son 7 artículos y 10 enmiendas. El Estatuto de Autonomía de Andalucía, por ejemplo, 250 artículos.

Consecuencia lógica de propiciar, más y más, este modelo basado en la estructura normativa y en su control burocrático es que la sociedad civil librepensadora, emprendedora, generadora, que debiera ser la beneficiaria, se convierte en obstáculo, pues no acaba de encajar en el proyecto diseñado. El sistema pide sangre y requiere de sacrificios rituales. Solución, sustituir de la ecuación las variables problema por otras controlables y estabuladas. En lo económico, empresas públicas, en modalidades varias y a expuestas, que se crean no con el objetivo de gestionar el patrimonio común de todos o para dar un servicio imprescindible para la sociedad que no pudiera dar el sector privado (si es que lo hay), sino para competir deslealmente con él, barrerlo y colocar de paso a conocidos, que de algo tendrán que vivir las criaturas. En lo moral apoyo económico y mediático a organizaciones opacas, de dudosos objetivos, que se erigen en la voz de todos sin cuantificar cuál es su representatividad, propagandistas de antivalores que, bajo el envoltorio de la libertad de opción o de la generación de derechos, son aceptados, sin discusión, como signo de la modernidad de los tiempos. Todo ello, por supuesto, dentro de la más absoluta legalidad; aquí la normativa es aliada. ¿Nos extraña que la sociedad se radicalice? ¿Nos extraña que desaparezcan 300.000 empresas? La crisis financiera ha sido parte de la espoleta detonante, pero alguien podría negar que no se ha agravado la degeneración social por el desarrollo de esta estructura normativa; ejemplos de normas reguladoras inmorales, absurdas, costosas y limitantes las hay y a miles y, de ellas, ningún ámbito se escapa.

Pero las normas, los principios rectores, no tienen por qué ser un problema en sí mismas; se convierten en enemigas cuando están al servicio, o directamente, son el régimen. Ya lo dijo Tomás Moro: “el lugar de los hombres justos ante leyes injustas es la cárcel”. Pero qué va, cárcel frente a libertad vigilada, mejor lo segundo. Que tengo hipoteca, mujer y niños. Y ya puestos, ya que no puedo ir contra, pues a favor. ¿Y nos extraña que el 95% de los Universitarios quieran pertenecer a la estructura del estado como funcionarios?

Nos encontramos tan alienados que al final hasta asumimos las “consecuencias in intencionadas” (donde, por cierto, Hayek y Friedman difieren en su interpretación de Smith) que vienen a decir que la mayor parte de las cosas importantes que ocurren no se pretendían y, por supuesto, no se han hecho a propósito, por lo que parece que son bastante vanos los intentos razonados de perseguir el cambio. Esto ha provocado un modelo de sociedad en el que no se puede culpar realmente de nada a nadie, y que se resume en la frase “nadie es responsable”. No pienses y adáptate, que dentro se está más calentito que fuera. Y puede que hasta fuera tentadora la propuesta, si encima de la mesa no estuviera la lacra del desempleo, una economía en quiebra técnica, una degradación moral y de la escala de valores general, y un largo etc.

Propuesta: Simplificación y reducción normativa a granel. Normas al servicio del ciudadano y no ciudadanos esclavos de las normas. Volver a pensarlo todo, volver a formularlo todo. Más fe en el individuo y en sus capacidades. 


Mayo de 2011.

Compartir

Share by: